La noticia que mantiene entretenido al mundo del jazz de medio planeta la dio a
conocer EL PAÍS la semana pasada. Un espectador del V Festival de Sigüenza denunció ante la autoridad que lo que el saxofonista Larry Ochs tocaba sobre el escenario no era jazz, sino "música contemporánea", género que, aseguró, tenía "contraindicado por prescripción médica". En vista de la queja se presentó la Guardia Civil para atestiguar que, en efecto, aquello que sonaba no era jazz.
El suceso, con su mezcla de hito berlanguiano y aparentemente leve aunque profundo comentario sobre la naturaleza del arte y sus etiquetas, resultó una de las noticias más leídas de ELPAÍS.com y fue reproducida por medios de todo el mundo,
entre ellos el diario de Londres The Guardian, en una pieza firmada por su corresponsal en Madrid, Gilles Tremlett.
Varios músicos de relieve reaccionaron (Charlie Haden, Dave Douglas o Agustí
Fernández). Aunque el último en sumarse es el más sonado. Wynton Marsalis,
trompetista, director, empresario y acaso el jazzman más poderoso del momento, se ha puesto en contacto con Tremlett, según explicó ayer el propio periodista, al leer la pieza del diario británico. ¿La razón? Está "encantado" con la historia y busca al misterioso denunciante para, "en señal de gratitud", regalarle su discografía completa (unos 70 discos). Es más, piensa autografiársela.
El gesto reviste lecturas más profundas que las anecdóticas. Marsalis lleva desde
principio de los ochenta evangelizando y polemizando sobre cuál es la esencia de "la
música del siglo XX". Algo que, para él, no queda ni siquiera cerca de lo que toca Ochs, veterano músico de postbop y free jazz. La apuesta por la tradición de Marsalis le ha llevado incluso a enfrentarse en el pasado con el mismísimo Miles Davis.
La búsqueda del denunciante no dio resultados ayer. Aunque Marsalis no desiste y
espera que la noticia llegue a oídos del misterioso aficionado (barcelonés afincado en
Alcorcón, es todo lo que se sabe de él).
Noticia cortesía de www.elpais.com
conocer EL PAÍS la semana pasada. Un espectador del V Festival de Sigüenza denunció ante la autoridad que lo que el saxofonista Larry Ochs tocaba sobre el escenario no era jazz, sino "música contemporánea", género que, aseguró, tenía "contraindicado por prescripción médica". En vista de la queja se presentó la Guardia Civil para atestiguar que, en efecto, aquello que sonaba no era jazz.
El suceso, con su mezcla de hito berlanguiano y aparentemente leve aunque profundo comentario sobre la naturaleza del arte y sus etiquetas, resultó una de las noticias más leídas de ELPAÍS.com y fue reproducida por medios de todo el mundo,
entre ellos el diario de Londres The Guardian, en una pieza firmada por su corresponsal en Madrid, Gilles Tremlett.
Varios músicos de relieve reaccionaron (Charlie Haden, Dave Douglas o Agustí
Fernández). Aunque el último en sumarse es el más sonado. Wynton Marsalis,
trompetista, director, empresario y acaso el jazzman más poderoso del momento, se ha puesto en contacto con Tremlett, según explicó ayer el propio periodista, al leer la pieza del diario británico. ¿La razón? Está "encantado" con la historia y busca al misterioso denunciante para, "en señal de gratitud", regalarle su discografía completa (unos 70 discos). Es más, piensa autografiársela.
El gesto reviste lecturas más profundas que las anecdóticas. Marsalis lleva desde
principio de los ochenta evangelizando y polemizando sobre cuál es la esencia de "la
música del siglo XX". Algo que, para él, no queda ni siquiera cerca de lo que toca Ochs, veterano músico de postbop y free jazz. La apuesta por la tradición de Marsalis le ha llevado incluso a enfrentarse en el pasado con el mismísimo Miles Davis.
La búsqueda del denunciante no dio resultados ayer. Aunque Marsalis no desiste y
espera que la noticia llegue a oídos del misterioso aficionado (barcelonés afincado en
Alcorcón, es todo lo que se sabe de él).
Noticia cortesía de www.elpais.com
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